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La Madre de Bernardo

La Madre de Bernardo

Hablar de la independencia de Chile es sinónimo de pensar inmediatamente en diferentes personajes que hicieron posible que nuestro país lograra constituirse como una nación independiente. Lamentablemente la mayoría de los protagonistas reconocidos de esta parte de nuestra historia son varones, dejando de lado la admirable lucha de distintas mujeres que como Francisca Javiera de la Carrera y Verdugo, hermana de José Miguel Carrera o como María Isabel Riquelme y Mesa y Ulloa, madre de Bernardo O´Higgins, dejaron su vida por acompañar y asumir tareas vitales en lo que sería el nacimiento de la nueva República.

Esta última mujer, nació en Chillán el 6 de marzo de 1758 fruto del matrimonio de Simón Riquelme de la Barrera y Goycochea y María Mercedes de Mesa y Ulloa, quien muere en el parto provocando que María Isabel viviera siempre en sobriedad y su cristiana fe, fuera guiada a través de la educación obtenida por parte de sus tías.

En 1777, siendo una mujer joven de la aristrocracia, conoce al irlandés Ambrosio O’Higgins, ya un señor mayor para la época, de la cual termina enamorandose y provocando un hecho que cambiaría su vida para siempre:

“En relación con su conocido romance con Don Ambrosio O´Higgins, establezcamos que éste se produjo en la primavera de 1777, cuando en las inmediaciones de Chillán acampaba el regimiento Dragones de la Frontera, que comandaba el coronel O´Higgins. Doña Isabel, de dieciocho años de edad, fue cotejada por el curtido y veterano militar, de nacionalidad irlandesa, al servicio del rey de España, y como fruto de ese romance nació en Chillán, el 20 de agosto de 1778, el niño que en primara instancia se llamó Bernardo Riquelme”. (Araya, 1997. pp 12)

En medio de esta intensa historia de amor, Isabel quedó embarazada, cuestión que en el contexto de la época, produjo un gran juicio moral por parte de los vecinos de la ciudad, que la obligó a ocultarse en la casa de su padre, quien con el correr del tiempo, la obligaría a casarse con Felix Rodríguez Rojas, de quien nacería Rosa Rodríguez y Riquelme, también conocida como Rosita O´Higgins. Luego de dos años, María Isabel queda viuda de Rodríguez y en 1790 da nacimiento a Nieves Puga y Riquelme, producto de un romance furtivo con Manuel Antonio Puga.

Aunque su vida tuvo varios hitos importantes, para Isabel una de las cosas más trascendentales, fue la cruel separación de su hijo Bernardo, siendo aún un muy pequeño:

“Como es sabido, doña Isabel tuvo que soportar la cruel separación de su hijo Bernardo, quien por iniciativa de su padre tuvo que partir, niño aún, a educarse a Lima y después a Londres, abandonando su tierra natal y las faldas protectoras de su madre. Sin embargo, éste se las arregla para regresar a Chillán en 1802, a partir de esa fecha la vida de Isabel se proyectará indisolublemente ligada al destino de su hijo. La madre se convertirá, por consiguiente, en la piedra angular de sus preocupaciones y de todos sus quehaceres de campesino, patriota, soldado, estadista y desterrado.” (Araya, 1997. pp 12)

A pesar de que Bernardo fue enviado lejos de su lado a los cuatro años de edad, mantuvieron siempre comunicación, por lo que ella no dudo en acompañarlo y apoyarlo en el movimiento independentista que comenzó a tomar fuerza en 1810.

“Vive todas las vicisitudes de la guerra de la independencia, incluso las de la cruel prisión. En efecto, en 1813, en circunstancias que junto a Rosa y a Nieves procuraba ponerse a salvo de los realistas, abandonando el fuerte de Nacimiento, es sorprendida por un piquete y llevada a Chillán en calidad de prisionera de guerra. Por fortuna, debido a gestiones de José Miguel Carrera y de su hijo, es liberada y llevada sana y salvo a Concepción.” (Araya, 1997. pp 13)

Estuvo con él, en las victorias y también en las derrotas, acompañándolo por ejemplo durante la reconquista española a Argentina donde se dice que realizó diferentes oficios, como costurera y fabricando cigarrillos para sustentar sus gastos.

“Más tarde, a raíz del Desastre de Rancagua, tiene que huir, al igual que una gran cantidad de patriotas, haciendo la penosa travesía de la Cordillera de los Andes a Mendoza. Durante este primer exilio es el pilar fundamental no sólo de su hijo, sino de todos los chilenos que, en aquella época, vivieron su exilio con los ojos puestos en la reconquista de su país. En Buenos Aires para mantenerse lava ropas, hace cigarrillos y confecciona improvisados uniformes para soldados chilenos y argentinos, quienes, rearmándose en Mendoza, se preparan, a las órdenes del general José de San Martín, para invadir y expulsar a los españoles del territorio chileno. Isabel Riquelme, pese a su condición de mujer, se comporta como un soldado más de la patria, exigiéndole a Bernardo un puesto de lucha entre las filas de los libertadores.” (Araya, 1997. pp 13)

El 16 de febrero de 1817 la aristrocracia elige a Bernardo O´Higgins como Director Supremo y con ello a Isabel asume el papel de Primera Dama de la República:

“Como Primera Dama, doña Isabel Riquelme tuvo un papel fundamental en la historia de su país. En efecto, fue la eficaz dueña de casa y la fiel consejera de su hijo. Pese a sufrir desdenes y prejuicios de la alta sociedad santiaguina, se constituyó en la mejor relacionadora pública del gobierno.” (Araya, 1997. pp 13)

En esta época María Isabel cumplió su rol de madre y consejera fiel de Bernardo, acompañándolo en el éxito y en el fracaso:

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“Es por todos sabido que los hechos demostraron que las fuerzas que se oponían a O’Higgins triunfaron y éste tuvo que abdicar al cargo máximo dentro del gobierno, en enero de 1823. Doña Isabel, rodeada por Rosa, Demetrio, Petita y una niñita mapuche, no vacila en acompañar al prócer derrocado en dirección a su segundo exilio. De este modo, la familia es enviada a Valparaíso y desde allí se embarca en el vapor “Fly” para el puerto peruano de “El Callao”. A partir de ahí se dirige a Lima para residir por un breve período en la ciudad de Trujillo, en la costa norte de Perú y, posteriormente, en la que será su residencia definitiva: la Hacienda de Montalván, ubicada en el fértil valle de San Vicente de Cañete. La hacienda fue un regalo hecho por el gobierno peruano -por mediación de José de San Martín- al general chileno caído en desgracia, en retribución a los servicios prestados en la lucha independentista de los hermanos peruanos.

Doña Isabel siguió a su hijo en el Perú, instalándose en la Hacienda de Montalván en 1825, situada a la altura del Km. 143 de la carretera Panamericana Sur, frente a la ciudad de San Vicente de Cañete. Territorio surcado de colinas, que se extendía en una larga faja cultivable. En esta faja acompañó a su hijo, participando en las tareas agrícolas e industriales de producción de azúcar, ron y cereales y en la restauración de la vieja casona.” (Araya, 1997. pp 15)

Los años pasaron y la vida fue consumiendo la ilusión del regreso a su país, por lo que el 21 de abril de 1839, muere a los 81 años producto de múltiples enfermedades, que según algunos médicos limeños, podría haber sido el “mal de costado”, una especie de neumonía o problemas cardíacos

En consecuencia María Isabel Riquelme y Meza y Ulloa es sin lugar a dudas, una mujer disruptiva a lo largo de su vida, vivió diferentes experiencias que seguramente la debilitaron, pero luchó por su familia y fue un bastión relevante de la Independencia de Chile. 


Bibliografía

Araya, J. G. (1997). Doña Isabel Riquelme: Semblanza.

© 2023 Mujeres con Historia.

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