El testamento de Barbola de Oropesa, efectuado ante el escribano publico y de cabildo Juan Rosa de Narváez a principios del siglo XVII, nos habla de una mujer de la colonia que tiene mucho que contarnos, en las postrimerías de sus días terrenales.
El testamento, fue un documento colonial que se hacía en los últimos días de la vida de los que lo solicitaba, con el fin de asegurar el paso al más allá, en el cielo, junto a dios (Roger de Cardinal, 1989; Broidapp, 1989, Martínez, 2014). A juicio de Luz Martínez, no son otra cosa que “imaginarios fúnebres contrarreformistas y barrocos que se instalaron en Capitanía General del Reino de Chile” (Martínez, 2014: 185). Sin embargo, este paso y el asegurar el espacio en el “cielo” no era gratuito; los méritos para ello, se basaban en rogativas que podían incluso durar varias vidas por la “salvación del alma” (Horvitz, 2006). En este caso y como parte de la ritualidad de los actos fúnebres, Barbola solicitó que su “cuerpo se entierre en la iglesia mayor de esta ciudad, en el arco de los pobres. Y en cuanto a las misas de cuerpo presente y acompañamiento de mi entierro, sea a la voluntad de mis albaceas, que por ser pobre no dejó mandado nada”(1).
Barbola, no es una mujer ajena a su tiempo, la colonia y ya en el encabezado de su testamento vemos como se inicia en el nombre de dios, es más, encomienda su alma a Dios, a pesar de que es una fórmula constante en este tipo de documentación, no podemos dejar de mencionarlo, pues la creencia en dios y su reino, es una de las características de este periodo en Chile. (Retamal, 2006, Rodríguez 2020). La ritualidad acompañaba cada aspecto, por eso solicita.
Un dato interesante asoma en las primeras líneas del documento, y tiene que ver con quien estaba casada Barbola, su esposo fue Juan, cacique de Macul. Es decir, Barbola engendró hijos mestizos, y heredó de su marido las posesiones de la hoy populosa comuna de Santiago, ubicada en el sector sur oriente. Allí “donde el dicho mi marido era cacique, conforme se declarara en la medida, mensura y amojonamiento que hizo el capitán Ginés de Lillo, medidor de tierras (Gines de Lillo, 1942); y, de las que a mí me señaló de mi propiedad, yo me sentí por agraviada, y no estuve ni pasé por la dicha mensura, porque me pertenecen más tierras” (2) Este hecho es fundamental, pues Barbola no solo se casó con el cacique de Macul sino que además con ello debió adquirir formas y modos de vida de su esposo. Mujer, esposa y madre, podríamos agregar que ella conocía y manejaba sus posesiones, señalando que en la famosa mensura que realizó, fue mal realizada pues se le quitaron terrenos que eran de su propiedad y herencia.
Bárbola, como muchas mujeres de la época, fue también madre de una hija fallecida y otra a la cual le dejó sus bienes, “Francisca Pereira, mi hija, mujer legítima de Marcos de Esquivel”(3). Con ello no solo dejaba un legado, sino que fortalecía económicamente a su hija para el futuro de una mestiza en el Chile Colonial.
Transcripción
(foja 227)
En el nombre de Dios, nuestro Señor, sepan cuantos esta carta de testamento y última voluntad vieren como yo, Bárbola de Oropesa, viuda, mujer que fui de don Juan, cacique de Macul, difunto, y, estando yo enferma del cuerpo, en mi juicio y entendimiento, y para hacer testamento tengo entera memoria, temiéndome de la muerte y deseando poner mi ánima en carrera de salvación, creyendo como firmemente creo en la santa fe católica y en todo lo que los cristianos deben tener y creer, otorgo y conozco por esta presente carta que hago mi testamento en la manera siguiente:
Primeramente, encomiendo mi ánima a Dios, nuestro Señor, y el cuerpo a la tierra.
Iten. Mando que mi cuerpo se entierre en la iglesia mayor de esta ciudad, en el arco de los pobres. Y en cuanto a las misas de cuerpo presente y acompañamiento de mi entierro, sea a la voluntad de mis albaceas, que por ser pobre no dejo mandado nada.
Iten. Declaro que no debo ni me deben cosa que sea de importancia ni cantidad.
(foja 227v)
Iten. Declaro que durante el matrimonio de entre mí y el dicho don Juan, mi marido, tuvimos, hubimos y procreamos por nuestra hija legítima a Constanza de Oropesa, que es ya difunta.
Iten. Declaro que yo tengo y me pertenecen las tierras en Macul, de donde el dicho mi marido era cacique, conforme se declarara en la medida, mensura y amojonamiento que hizo el capitán Ginés de Lillo, medidor de tierras; y, de las que a mí me señaló de mi propiedad, yo me sentí por agraviada, y no estuve ni pasé por la dicha mensura, porque me pertenecen más tierras. Mando que mi heredera las saque y vea cuántas me pertenecen y son mías, para que suceda en el derecho que yo tengo. Y para pagar y cumplir este mi testamento, nombro por mi albacea a Martín Sánchez, al cual le doy poder cumplido para que venda y remate cualesquier bienes que yo tenga, y de su valor y precio cumpla e pague lo que en mi entierro se gastare y las misas que se pudieren decir, las cuales no sean más de las que mi posible alcanzaren, y las que fuere la voluntad del dicho mi albacea.
Y cumplido e pagado este dicho mi testamento y las mandas y misas de él, dejo y nombro e instituyo por mi heredera a Francisca Pereira, mi hija, mujer legítima de Marcos de
(foja 228)
Esquivel, para que la dicha mi hija haya y herede las dichas mis tierras y lo demás que yo tuviere.
Y declaro que cuando casé a la dicha Costanza de Oropesa, mi hija, con Cristóbal Sánchez, su marido, yo le di en dote y casamiento todo cuanto tenía, y fue mucho más de lo que de derecho le perten[ e ]cía, y que lo que ahora mando a la dicha Francisca Pereira, mi hija, es mucho menos del tercio y remanente de quinto de lo que llevó la otra mi hija.
Y revoco y doy por ningunos cualesquier testamentos que antes de este haya fecho y otorgado en cualquier manera para que no valgan, salvo este testamento que ahora hago y otorgo ante el presente escribano, que quiero que valga por mi testamento y última voluntad, en testimonio de lo cual lo otorgué; porque no sé firmar, a mi ruego lo firmó un testigo. Es fecha la carta de testamento en la dicha ciudad de Santiago, en veinte y cuatro días del mes de mayo del año de mil y seiscientos y diez, siendo presentes por testigos Marcos de Esquivel y el bachiller Diego Ortiz y Marcos Machadn. E yo, el escribano yuso escrito, doy fe que conozco a la otorgante, a ruego de la cual firmó un testigo. Bachiller Diego Ortiz de Avendaño Pasó ante mí Juan Rosa de Narváez Escribano público y de cabildo […]
Bibliografía
(1) Testamento de Barbola de Oropesa, 24 de mayo de 1610. Archivo Nacional, Fondo Escribanos de Santiago, vol. 40, foja 226v.
(2 )Testamento de Barbola de Oropesa, 24 de mayo de 1610. Archivo Nacional, Fondo Escribanos de Santiago, vol. 40, foja 227v.
(3) Testamento de Barbola de Oropesa, 24 de mayo de 1610. Archivo Nacional, Fondo Escribanos de Santiago, vol. 40, foja 228.
(4)Testamento de Bárbola de Oropesa, 24 de mayo de 1610. Archivo Nacional, Fondo Escribanos de Santiago, vol. 40, fojas 227v-228v.
Broidapp, Equip, (1989). “Actitudes religiosas de las mujeres medievales anta la muerte: (Los testamentos de Barcelonesas de los siglos XIV y XV)” pp. 463-475. En Muñoz, Á. (ed.). Las mujeres en el cristianismo medieval. Asociación Cultural Al-Mudayna.
Ginés de Lillo. 1942 [1602-5] Mensura general de tierras. Imprenta Universitaria. Santiago, Chile
Horvitz V., María Eugenia (Dir.), Memoria del nombre y salvación eterna: Los Notables y las Capellanías de misas en Chile 1557-1930. Santiago de Chile: Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades. Departamento de Ciencias históricas, 2006) de doña Marina Ortiz de Gaete, la viuda de don Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile.
Martínez, Luz Ángela. (2014)La muerte desigual: testamentos barrocos en la capitanía general de Chile. Revista Universum Vol 2 n°29, pp. 185 a 202.
Retamal Ávila, J. (1). El sentido de la muerte en Chile colonial. Revista De Historia Social Y De Las Mentalidades, 10(2). Recuperado a partir de https://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/historiasocial/article/view/380
Rodríguez Manzano, Marta. (2020). Vida y muerte en el México colonial. Estudio de testamentos e inventarios de bienes de difuntos novohispanos (siglos XVI-XVIII). Vol. XI, Sevilla, IEAL, Universidad de Sevilla y Enredars/Universidad Pablo de Olavide.
Royer de Cardinal, S. (1989). Morir en España (Castilla, Baja Edad Media). Universidad Católica Argentina.